El mito del perjuicio del jamón para los enfermos cardiovasculares tiene los días contados. Un estudio del Hospital Ramón y Cajal demuestra cómo el consumo moderado del de cebo y el de bellota, mejora nuestros vasos sanguíneos y la presión arterial. Una novedad más: sus efectos beneficiosos se mantienen durante seis semanas.

EFE/NACHO GALLEGO

La Unidad de Endotelio y Medicina Cardiometabólica del Hospital Ramón y Cajal, dirigida por el Dr. José Sabán, profesor asociado de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares, ha llevado a cabo por primera vez a nivel mundial dos estudios piloto independientes sobre los efectos vasculares de dos jamones ibéricos.Dichos jamones, de la mejor calidad (cebo y bellota), fueron evaluados sólo en población sana, con el objetivo de estudiar la capa de revestimiento interno de nuestras arterias, el endotelio, el mejor barómetro de salud vascular según expertos de la Clínica Mayo, de Rochester, USA.

Los protocolos de sendos estudios fueron aprobados por el Comité Ético del Hospital. Previamente a su inicio ambos jamones fueron caracterizados por su contenido en polifenoles por la profesora Cristina Andrés Lacueva del Grupo de Investigación de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos perteneciente alDepartamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona.

El jamón es considerado por la medicina tradicional y por la población general como perjudicial en enfermos con patologías metabólicas y/o cardiovasculares. Como consecuencia de ello, se vienen dictando directrices recomendando un consumo esporádico y muy moderado, no sólo en sujetos con dichas patologías sino en población sana, sin haberse realizado antes los estudios pertinentes.

Los resultados de estos estudios con jamón ibérico parecen desmentir esta creencia cuando se consume en cantidades moderadas (50g/dia) por un plazo continuado de 6 semanas. Los resultados no han sorprendido a los investigadores ya que estas variedades de jamón, además de contener proteínas de alta calidad y ser ricas en minerales y vitaminas liposolubles, tienen un elevado contenido en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico, principal componente del aceite de oliva) así como una riqueza en polifenoles que actúan como potentes antioxidantes.

Medio centenar de sujetos sanos completaron cada uno de los estudios con una edad entre 25 y 55 años, media cercana a los 40 años. Para permitir extraer conclusiones aplicables en la práctica clínica habitual, sujetos con ligero sobrepeso sin otros factores de riesgo cardiovascular y los fumadores no fueron excluidos del estudio.

Los resultados de ambos estudios, pendientes de publicación, mostraron que su consumo regular se asociaba a beneficios cardiovasculares. Aunque ambos tipos de jamón mostraron una mejora de la función endotelial, dicha mejora fue superior en el caso del jamón de bellota, lo cuál sería explicable por su mayor contenido en unos compuestos denominados polifenoles, potentes antioxidantes y antiinflamatorios a nivel vascular. Por otra parte, ninguno de los dos jamones produjeron ganancia de peso ni modificaron el perfil lipídico, ni siquiera el de los triglicéridos, que es creído que se elevan por definición cuando se consume cualquier tipo de embutido.Medio centenar de sujetos sanos completaron cada uno de los estudios con una edad entre 25 y 55 años, media cercana a los 40 años. Para permitir extraer conclusiones aplicables en la práctica clínica habitual, sujetos con ligero sobrepeso sin otros factores de riesgo cardiovascular y los fumadores no fueron excluidos del estudio.

A diferencia de otros estudios llevados a cabo con jamón ibérico, realizados con un aporte suplementario de ácido oleico, en estos dos estudios no se observaron elevaciones del colesterol bueno (HDL) y a pesar de ello se produjo lo más importante, la mejora endotelial anteriormente citada.

Por otra parte, ambos jamones se comportaron como “reductores de la presión arterial” a pesar de tratarse de alimentos ricos en sodio. El descenso tensional sería atribuible a la mejora del funcionamiento endotelial.

Dicho descenso, que fue moderado, en ningún caso resultó perjudicial para la salud del sujeto sino todo lo contrario ya que, dentro de los valores de normalidad, la tensión arterial, como el colesterol malo (LDL), cuanto más bajos mejor, incluso en población sana.

Los beneficios endoteliales y tensionales permanecieron, de forma sorprendente, hasta 6 semanas después de finalizado el periodo de consumo del jamón, por un “efecto memoria”. Dicho resultado, un objetivo secundario del estudio, ha sido considerado por los investigadores como de extraordinario valor, por no haberse descrito previamente.

Se había comunicado una “memoria metabólica” para el “azúcar en sangre” en sujetos con diabetes tipo 1 (estudio EDIC) y tipo 2 (estudio UKPDS) y se había hablado recientemente también de un “efecto memoria” para el tratamiento intensivo del colesterol con estatinas (estudio WOSCOPS), pero no para el endotelio ni para la tensión arterial.

A pesar de las limitaciones propias de estos estudios piloto, los resultados de los mismos son tan esperanzadores que abren una puerta a la investigación del jamón ibérico equiparable a la del aceite de oliva de hace 20 años, y así, una serie de interrogantes podrían plantearse a partir de ahora: ¿Qué pasaría con 100 g? ¿Mejoraría aún más la función endotelial sin perjudicar el perfil lipídico? ¿Qué pasaría en poblaciones limítrofes, que caminan entre la salud y la enfermedad?. En definitiva, ¿podría llegar a ser el jamón ibérico en el futuro un componente obligado de la Dieta Mediterránea?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


*